
En general, estamos bajo la fuerza de numerosas emociones aflictivas, pero a menudo, somos incapaces de detectar donde se encuentran nuestro problemas, ya que a veces residen en niveles muy sutiles de la mente.
Cuando somos el juguete de este mecanismo neurótico creado por estas emociones perturbadoras, necesitamos la fuerza y el poder de estas divinidades airadas para que nos den un buen toque y de esta manera espabilarnos, ya que su función es desmoronar inmediatamente todo ese juego emocional que nos distrae y nos aparta del rumbo correcto.
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